Cuando hablamos de una baja reserva ovárica nos referimos a que la cantidad de óvulos de una mujer se encuentra disminuida. Esto puede ser un proceso natural (la reserva ovárica baja de forma natural con la edad) o puede tener un significado patológico.

De normal sabemos que es a partir de los 35 años aproximadamente cuando la reserva ovárica empieza a caer, es decir, el número de óvulos empieza a disminuir de manera más significativa.

Recientemente se está empezando a ver que está aumentando la incidencia de mujeres menores de 40 años con un fallo ovárico prematuro. Este fallo ovárico prematuro se caracteriza por una disminución de la función ovárica, es decir, que los ovarios empiecen a no generar folículos para que se pueda dar la ovulación, provocando así una aparición del fin de la menstruación de forma más temprana.

Anterior al fallo ovárico prematuro, debe haber una bajada en la reserva ovárica, y es esto lo que se mide a través de la hormona antimulleriana.

En nuestro centro, hemos visto que la incidencia de bajas reservas ováricas en mujeres menores de 38 años ha ido aumentando con los años, y hemos querido consultar en la bibliografía científica las posibles causas.

Existen causas que, por supuesto, no son las que provocan este aumento progresivo, como las causas genéticas o las de posibles patologías ginecológicas (endometriosis, etc). Pero algunas de ellas, sí que podrían ser posibles hipótesis de esta bajada de la reserva ovárica generalizada:

Independientemente de las causas directas de una baja reserva ovárica, que pueden ser enfermedades como la endometriosis, enfermedades autoinmunes, factores genéticos, intervenciones quirúrgicas en los ovarios o tratamientos anticancerígenos como quimioterapia o radioterapia, existen factores externos que pueden influir en esta bajada de la reserva ovárica:

• Enfermedades consideradas pandémicas, como la obesidad o la resistencia a la insulina podrían tener un papel importante en la afectación de la función correcta del ovario.
• Enfermedades autoinmunes, como las tiroideas, también podrían ser un factor a tener en cuenta.
• Disruptores endocrinos: ciertas substancias químicas capaces de mimetizar nuestras hormonas, perturbando el correcto funcionamiento de los ovarios.
• Contaminación del aire exterior: hay estudios que demuestran que la exposición a tóxicos ambientales podría estar relacionada negativamente con la reserva ovárica. (Outdoor air pollution and diminished ovarian reserve among infertile Korean Women)
• La presencia de mucho estrés oxidativo, que es un proceso celular fisiológico, si no está en equilibrio, también podría influir.
• La falta de vitamina D, que sufre el 80% de la población española, se ha descrito en varios artículos que puede estar afectando a esta reserva ovárica. La vitamina D podría tener un efecto positivo en la producción de hormona antimulleriana. También se ha observado que los niveles de hormona antimulleriana son variables según la época del año, sus valores son hasta un 18% inferiores durante la temporada de inviernos, en que los niveles de vitamina D también son más bajos en comparación con el resto del año.
• El consumo calórico excesivo, pero no de calidad.
• Incluso se ha visto que la propia flora vaginal de mujeres con reservas ováricas bajas frente a mujeres de la misma edad sin este problema, son distintas.

Con esto no queremos decir que el daño sea reversible y que de repente adoptando una vida sana con buenos hábitos saludables la situación vaya a cambiar radicalmente. Solo aprovechamos la oportunidad para lanzar el mensaje e intentar hacer un poco de prevención.

Una vez se detecta en consulta que la reserva ovárica es baja, se debe explicar en qué punto se encuentra la paciente de su curva de reserva ovárica. A veces el diagnóstico se realiza en un momento personal de la paciente en la que no desea tener hijos, pero sí en un futuro. Es este punto en el que recomendamos hacer una reflexión personal para poder tomar decisiones informadas y a tiempo, y valorar opciones como la vitrificación de ovocitos.